domingo, 5 de julio de 2009

CRIATURAS DE LA NOCHE 3: Genios, los hijos del fuego

جن : أطفال من الحريق

Genio, del árabe جن yinn, es un ser fantástico de la mitología semítica.

Los yinns, djinas, jinas o genios son, según las creencias tradicionales musulmanas, una especie de criaturas invisibles, a medio camino entre los humanos y Alá (Dios), capaces de interferir, para bien o para mal, en nuestras vidas.


En las tradiciones más antiguas, los genios eran los espíritus de pueblos desaparecidos, que actuaban de noche y se escondían al despuntar el día. Otras tradiciones dicen que son seres de fuego. En todos los casos se trata de seres con características de duendes y otros seres mitológicos elementales de la naturaleza; que pueden, según su talante, atacar o ayudar al ser humano.


Según las leyendas populares egipcias, los yinns fueron antaño los constructores de las pirámides y hoy son sus custodios. Así, cada uno de sus monumentos poseería su propio genio protector, que a veces se deja ver por los mortales. La pirámide de Kefrén, por ejemplo, estaría habitada por un fantasma con forma de niño, que en ocasiones se manifiesta como un aterrador gigante, mientras la Gran Pirámide estaría protegida por un yinn con apariencia de una hermosa mujer que, cuando algo amenazaba su morada, se aparece con unos gigantescos y terroríficos dientes puntiagudos.

Así pues, para el pueblo musulmán los yinns son tan reales como los ángeles de la guarda para los católicos. Y dependiendo de cómo les caiga el mortal que entra en contacto con ellos, le someten a las burlas más incomprensibles o los dramas más aterradores, pero también pueden ofrendarle con maravillosos dones y prodigios.

CRIATURAS DE LA NOCHE 2: Golem, los hombres artificiales

גבר גברים: גולם

Un golem es, en el folclore medieval y la mitología judía, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada. En hebreo moderno, la palabra «golem» significa “tonto” o incluso «estúpido». El nombre parece derivar de la palabra gelem, que significa «materia en bruto». Sholem, en su obra "La Cábala y su Simbolismo", escribe que el Golem es una figura que cada treinta y tres años aparece en la ventana de un cuarto sin acceso en el gueto de Praga.

La palabra golem también se usa en la Biblia (Salmos 139:16) y en la literatura talmúdica para referirse a una sustancia embriónica o incompleta. Similarmente, los golems se usan primordialmente en la actualidad en metáforas, bien como seres descerebrados o como entidades al servicio del hombre bajo condiciones controladas pero enemigos de éste en otras. De forma parecida, es un insulto coloquial en yidis, sinónimo de patoso o retrasado.

Las primeras historias sobre golems se remontan al principio del judaísmo. Los golems fueron creados por personas creyentes y cercanas a Dios. Como Adán, el golem es creado a partir del barro, insuflándole después una chispa divina que le da la vida, de manera que la creación de Adán es descrita en un principio como la creación de un golem. Desde este punto de vista, algunas personas con un cierto grado de santidad y acercamiento a Dios podrían adquirir algo de su sabíduría y poder. Uno de esos poderes sería el de la creación de vida. Sin embargo, no importa qué grado de santidad tuviera una persona, el ser que creara sería solamente una sombra del creado por Dios, ya que, entre otras cosas, el golem carece de alma.

La incapacidad principal del golem era la incapacidad de hablar. Tener un golem era visto como el símbolo final de la sabiduría y la santidad, y hay muchos relatos de golems conectados con rabinos ilustres durante toda la Edad Media.

Otros atributos del golem fueron añadidos gradualmente con el tiempo. En muchas historias el Golem lleva grabadas palabras mágicas o religiosas que le dan vida y lo mantienen animado. Grabando los Nombres de Dios en su frente, (o en una tablilla de arcilla bajo su lengua), o bien la palabra Emet ('verdad' en lengua hebrea) en su frente son algunos ejemplos frecuentes. Al borrar la primera letra de 'Emet' para formar 'Met' ('muerte' en hebreo) el golem podía ser destruido o desactivado, quedando solamente su cuerpo de barro inerte.

El relato más famoso relativo a un golem involucra a Rabbi Judah Loew, el Maharal de Praga, un rabino de siglo XVI. Se le atribuye haber creado un golem para defender el gueto de Praga de Josefov de los ataques antisemitas, así como para atender el mantenimiento de la sinagoga. La historia del Golem aparecía en la letra en 1847 en una colección de relatos judíos, publicado por Wolf Pascheles de Praga. Aproximadamente sesenta años después, una descripción ficticia fue publicada por Yudl Rosenberg (1909). De acuerdo con la leyenda, el Golem podía estar hecho de la arcilla de la orilla del río Vltava (río Moldava) en Praga. Tras realizar los rituales prescritos, el Rabbi desarrolló el Golem y lo hizo venir a la vida recitando los conjuros especiales en hebreo. Cuando el Golem de Rabbi Loew creció más, también se puso más violento y empezó a matar a las personas y difundir el miedo. Al Rabino Loew le prometieron que la violencia en contra de los judíos pararía si el Golem era destruido. El Rabbi estuvo de acuerdo. Para destruir el Golem, eliminó la primera letra de la palabra "Emet" de la frente del golem para formar la palabra hebrea que representaba la muerte. (De acuerdo con la leyenda, los restos del Golem de Praga están guardados en un ataúd en el ático del Altneuschul en Praga, y puede ser devuelto a la vida de nuevo si es necesario.)

La existencia de un golem es a veces algo con pros y contras. Los Golems no son inteligentes - si se les ordena llevar a cabo una tarea, tardarán y las instrucciones las ejecutarán literalmente.

A este respecto, es famosa una anécdota, según la cual la mujer del rabino le pidió al golem que fuera "al río a sacar agua" a lo que el golem accedió de la manera más literal posible; fue al río, y comenzó a sacar agua del mismo hasta que inundó la ciudad.

A finales del s. XIX, el grueso de la sociedad europea adoptó la figura del golem. Notoria es la novela de Gustav Meyrink, El Golem, de 1915, basada en los relatos sobre el golem creado por el Rabino Judah Low ben Bezalel. Este libro inspiró una serie de clásicos expresionistas del cine mudo, entre los que destaca la serie El Golem, de la que es especialmente famosa "El Golem: cómo vino al mundo"(también estrenada como "El Golem", 1920,USA 1921). Otro famoso tratado de la misma época es "EL Golem", "poema dramático en ocho secciones" en yidis de H.Leivick, 1921.

Estas historias atestiguaron un cambio dramático, incluso diríase una cristianización del golem. Desde antaño, a la cristiandad le ha preocupado, mucho más que al judaísmo, un excesivo acercamiento de la humanidad a Dios. Por ello el golem pasa a convertirse en la creación de místicos ambiciosos que inevitablemente serían castigados por su blasfemia, muy similares al Frankenstein de Mary Shelley y al homúnculo alquímico. Algunos han considerado al golem como precursor de los androides, alejándolo aún más de sus raíces.

En el año 2005 la historia del golem regresó a sus raíces judías en una nueva tira cómica del periódico israelí Yedioth Ahronoth que lo presentaba como un superhéroe patrocinado por el gobierno que protege a Israel de sus problemas internos y existenciales.

CRIATURAS DE LA NOCHE 1: Upires, hacedores de mágia postuma

vampiri şi magic postuma

Una crónica aparecida en Le Mercure Galant en 1694 relataba la existencia de upires en Rusia y Polonia. Siguió luego el testimonio de Joseph Pitton de Tournefort, botanista de Luis XIV de Francia, que en su "Viaje al levante" publicado en 1702, documentaba un extraordinario caso de histeria colectiva, provocado por apariciones de brucolacos en la isla griega de Miconos. Las historias referidas por Karl Ferdinand Von Schertz en "Magia Posthuma", obra impresa en Olmütz en 1706, informaban sobre el mismo fenómeno en Bohemia y Moravia: vampiros o "magos póstumos", cuyos cuerpos ofrecían signos de corrupción, abandonaban sus tumbas por las noches, alborotaban las aldeas atacando animales y personas, mordiéndolos o devorando sus vísceras.

El este de Europa fue la tierra madre de los vampiros. El termino griego brucolaco o vrucolaca, traducido como "mordedor", "devorador" o "roedor", contiene la raíz etimológica de la palabra "bruja", igualmente el vocablo ruso upir, que proviene del turco uber, cuyo significado es el mismo. El origen de la superstición se relaciona ampliamente con el problema religioso de la corrupción de los cuerpos: contra la creencia católica de que aquellos cadáveres que se mantenían intactos llevaban la marca de la santidad, los cristianos ortodoxos, estaban convencidos de que los cadáveres que no se corrompían pertenecían a excomulgados; para los cismáticos, los muertos sin absolución de convertían en malvados hechiceros y la única forma de liberarse de ellos era profanando sus tumbas, sacándoles el corazón y quemando sus restos por separado.


En 1725, desde la aldea lejana de Kizolova entre Transilvania y Bucovina, se extendieron noticias de un difunto llamado Plogojovitz, un viejo campesino Rumano acusado de vampirismo, responsable de la muerte de 8 personas. Al ser desenterrado luego de 10 días, se lo encontró con los ojos abiertos, las mejillas sonrosadas, los pies cubiertos de barro y las vestimentas rasgadas. Su exhumación y ejecución ante autoridades del Imperio Austro-Húngaro representó la primera de una larga serie dando lugar a la difusión de rituales eficaces para conjurar a muertos crueles, incinerando el cadáver, clavandole una lanza en el pecho, trepanarle el corazón o decapitarlo. También se difundieron talismanes y recetas para prevenir su influencia maligna: se colocaban ristras de ajo en las puertas de las casas, usaban crucifijos, y no se ingería carne de animales aparentemente infectados.

En 1728, con el propósito de esclarecer el caso del vampiro "Plogojovitz", el alemán Michael Ranft, diacono de Nebra, publicó en Leipzig un breve tratado en latín, titulado "De Masticatione Mortourum in Tumulis", donde analizaba detalladamente las pruebas aportadas por la justicia Austriaca. Ranft, se propuso derribar la superstición del vampirismo analizando el proceso de la corrupción de la carne. Entonces dio una explicación biológica del crecimiento de uñas y cabellos en los muertos, atribuyendo a causas mineralógicas la certeza de que los cuerpos enterrados se encontraran en buen estado de conservación en Hungría y sus alrededores.

Entre 1730 y 1735 una plaga de cadáveres hambrientos se dio sobre Valaquia, Moldavia y las provincias Iliricas. Por las noches las victimas del vampirismo se multiplicaban, aldeanos profanaban cementerios en plena luz del día y descargaban su odio contra los muertos. Por esos años Johann Heinrich Zopfius, publicó "Dissertatio de Vampiris", tratado pseudo científico muy popular en Alemania e Inglaterra, que ayudo a fijar de manera definitiva la imagen del vampiro como un resucitado en cuerpo, que chupa la sangre de los vivos provocando debilidad mortal, contagiando al hombre o la mujer que actúan de blanco para sus ataques. Este fenómeno de histeria colectiva llamo la atención del Marqués d'Argens en una de sus "Cartas judías" de 1736 alarmando a todos los ilustrados. Un diario de Londres, ridiculizó las informaciones procedentes del este de Europa. Una gaceta de Nüremberg dedicó una serie de fascículos al esclarecimiento de los terribles procesos contra los muertos realizados en Serbia, con la intervención de jueces y sacerdotes.


A mediados de siglo, el protomédico real Gerard van Swieten elaboró, por petición de la emperatriz María Teresa de Austria, un informe extensamente detallado sobre los vampiros. En la investigación participaron otros científicos de Viena y concluyeron que se trataba solo de una frívola "superstición popular", fruto de la sombría y trastornada fantasía de ignorantes campesinos. Swieten advertía que las exhumaciones solían fundarse en la creencia de que el vampiro podía también contagiar a los demás muertos con los que compartía el cementerio, acarreando la vergüenza completa de hombres y mujeres que habían llevado una vida de gran dignidad y haciendo sospechosos de vampirismo a niños inocentes y solicitaba la sanción de leyes que limitaran tales arrebatos, en defensa de conservar el buen nombre de los ciudadanos muertos y de sus familias. El informe de Swieten persuadió a la emperatriz de la necesidad de combatir la superstición y prohibir, bajo penas gravísimas, las exhumaciones de cadáveres no justificadas por una "razón natural". En forma paralela, la Iglesia Católica, que hasta el momento no se había pronunciado sobre la materia, se hizo eco de las recomendaciones de los médicos y condenó por primera vez, en un documento de La Sorbonne, los actos "inhumanos y violentos" que se practicaban sobre cuerpos muertos.

En consonancia con Roma, el reverendo Augustin Calmet, sacerdote benedictino de la congregación de Saint-Vannes, abate de Senone y famoso comentarista de la biblia, se propuso reunir todas las pruebas disponibles. En su “Disertación sobre los revinientes en cuerpo, los excomulgados, los upires o vampiros, brucolacos, etc.”, publicada en 1751, cotejó documentos, examinó evidencia judicial, reprodujo cartas de testigos, analizó la bibliografía existente y narró innumerables historias para llegar a una firme conclusión: "Que los vampiros, o revinientes de Moravia, Hungría, Polonia, etc. de quienes se cuentan cosas tan extraordinarias, tan especificadas, tan circunstanciadas, tan revestidas de todas las formalidades capaces de hacerlas creer, y probarlas jurídicamente en los Tribunales más exactos, y severos, que todo lo que se dice de su regreso a la vida, de sus apariciones, de la turbación que causan en las poblaciones y en las campañas, de la muerte que dan a las personas, chupándoles la sangre, o haciéndoles señal para que los sigan; que todo esto no es más que ilusión y efecto de una impresión fuerte en la imaginación. Ni se puede citar testigo alguno juicioso, serio, y no preocupado, que testifique haber visto, tocado, interrogado, examinado de sangre fría estos revinientes, y pueda asegurar la realidad de su regreso, y de los efectos que se le atribuyen".


Hacia 1753, temiendo que la superstición se arraigara también a la Península Ibérica, el teólogo español Benito Jerónimo Feijoo manifestó en una de sus cartas eruditas y curiosas, los argumentos del célebre abate benedictino. El efecto paradójico del libro de Calmet, sin embargo, fue divulgar las truculentas historias de vampiros en el oeste de Europa, seduciendo a espíritus tan anticlericales como Madame Necker, esposa del ministro de Luis XVI y madre de Madame de Stael, quien escribió un tratado titulado "Las inhumaciones precipitadas". Indignado contra el oscurantismo de sus contemporáneos, Voltaire tomó partido en la discusión para señalar, en sus "Cuestiones sobre la Enciclopedia" de 1772, que los auténticos vampiros no se contaban precisamente entre los muertos: "Era en Polonia, en Hungría, en Silesia, en Moravia, en Austria, en Lorena, donde los muertos se daban estos banquetes. No se oía hablar de vampiros en Londres y menos en París. Confieso que en estas dos ciudades hubo especuladores, usureros, gente de negocios, que chuparon en pleno día la sangre del pueblo, pero de ningún modo estaban muertos, aunque sí corrompidos. Esos verdaderos chupasangres no moraban en los cementerios, sino en palacios muy agradables".

sábado, 4 de julio de 2009

EL JARDIN DE LAS DELICIAS... DEL SIGLO XXI

En 1485, un joven pintor holandes llamado Hieronymus Bosch abrio las puertas de su percepcion par enfrentarse a los habitantes de las sombras que moraban en su alma... como en la de todos los mortales. Descerrajo los pestillos, flanqueo las verjas y permitio la entrada a los prisioneros que moran en la oscuridad.

El joven creo un ventana entre dos mundos, y a traves de ella pudo asomarse al lugar que todos visitamos, pero solamente los mas audaces osan recordar. Y expreso, en el lenguaje que mejor dominaba, su percepcion del jardin que acababa de visitar. Un jardin que ha sido visitado por muchos viajeros de la percepcion a lo largo de la historia...
Pero no todos pudieron describir su viaje en la misma lengua. El joven Hieronymus hablaba "pintura", Goethe hablaba "posia", Amadeus hablaba "musica"... pero en diferentes idiomas, todos describian el mismo jardin siniestro, donde esperan la noche, los habitantes de las pesadillas.
Han pasado mas de 500 años. Y todavia, de vez en cuando, algunos viajeros se asoman voluntariamente al jardin, para describirnos quienes son los que nos aguardan cada noche. Un dia tendremos que enfrentarnos a ellos... a nosotros.